Migraña (dolor de cabeza producido por migrañas)

La migraña se trata de una enfermedad consistente en tener ata­ques recurrentes de dolor de cabeza de intensidad, duración y frecuencia muy variables. Estos dolores de cabeza son normalmente de loca­lización unilateral, comúnmente están asociados con náuseas y vómitos y, a veces, vienen precedidos de trastor­nos del humor, motores o sensitivos. La migraña es de causa hereditaria y viene producida por una mayor sensibilidad del sistema nervioso y vascular a nivel cerebral.

Dolor de cabeza del tipo migraña

En el cerebro de los pacientes migrañosos los niveles de magnesia y de otras sustan­cias en la corteza cerebral son más pequeños de lo normal, este hecho provoca una mayor excitabilidad de las neuronas lo que facilita que se inicie la crisis de migraña. Simultáneamente, se da una alteración del sistema de control del dolor, lo que provoca que los migrañosos tengan una ma­yor facilidad para sufrir cualquier tipo de dolor de cabeza; también, sus arterias, ante estímu­los como el estrés, el dióxido de carbono o el ejercicio, reaccionan dilatándose con gran facilidad.

Las fibras nerviosas que están alrededor de los vasos sanguíneos son las que se encargan de transmitir el dolor hasta el núcleo del nervio trigémino en el tronco del encéfalo. A mismo tiempo, este mismo sistema, el sistema trigéminovascular, libera toda una serie de sustancias que producen la dilatación de los vasos (vasodila­tación), así como un aumento de la permeabilidad de los mismos, produciendo una inflamación que prolonga la sensación de dolor de cabeza.

La migraña está considerada como una cefalea vascular debido al carácter pulsátil del dolor de cabeza que produce, a la dilatación de las arterias extracraneales y a la respuesta del enfermo al suministrarle medicamentos vaso­constrictores. No obstante, para que se produzca el dolor de cabeza por migraña, es necesario que junto a la dilatación de las arterias extra e intracraneales, se produzca una liberación de sustancias que haga que los vasos sean sensibles al dolor.

El diagnóstico de la migraña es clínico, por lo que si no presen­ta una sintomatología atípica no es necesaria ninguna prueba diagnóstica. El tratamiento de la migraña esta basado en la identifi­cación y modificación de los factores que desencadenan el dolor de cabeza, en la administración de medicamentos y fármacos que disminuyan la intensi­dad del dolor y la duración de los episodios migrañosos, y en la prevención de la aparición de nuevas crisis.

Uno de los factores desencadenantes de las crisis de migraña es el estrés, por lo que debe disminuirse en la medida de lo posible. Como en todas los temas relacionados con la salud, para paliar los efectos de la migraña es recomendable seguir pautas de vida sana, llevando una dieta equilibrada, realizando ejercicio físico moderado y durmiendo de forma regular tanto en horario como en duración. Cada enfermo debe identificar las circunstancias desencadenantes de sus crisis de dolor de cabeza para poder, de alguna manera, prevenirlas (por ejemplo, la menstruación puede ser una de ellas). Hay quienes recomiendan seguir dietas muy estrictas para reducir los episodios de migraña, pero esto no suele ser recomendable ya que se ha demostrado que muchas veces puede ser contrapoducente. La migraña se puede tratar con fármacos, pero cada enfermo debe ser tratado con el medicamento adecuado ya que deben considerarse las contraindicaciones y los efectos adversos que se pueden producir debido a posibles enfermedades concomi­tantes.

Para que el tratamiento sea lo más efectivo posible, éste debe iniciarse al principio de la crisis. No hay que abusar de los analgésicos ya que esto puede causar que el dolor de cabeza se vuelva crónico.

Entre algunos de los fármacos que se utilizan con mayor frecuencia en el tratamiento de la migraña se encuentran los antiinflamatorios no esteroideos y el sumatriptán. También se suelen utilizar medicamentos antieméticos (que impiden el vómito o la náusea) como la metoclo­pramida y domperidona, favoreciendo la absorción de los analgésicos por nuestro cuerpo.

Por otro lado, el tratamiento preventivo está indicado en enfermos con dos o más crisis al mes o cuando las crisis pueden durar varios días. Estos tratamientos preventivos suelen mantenerse durante meses, después de los cuales se puede producir una mejora que dure años. Si esta mejora no se produce, entonces el tratamiento se deberá mantener durante un mayor periodo de tiempo.

Los fármacos más utilizados para el tratamiento pre­ventivo son los antagonistas del calcio (como el nicardipi­no, el nimodipino, la flunaricina, o el verapamilo), los beta-bloqueantes (como el atenolol, el nadolol, o el propranolol), los antiinflamatorios no esteroideos, los antiagregantes plaquetarios, los antiepilépticos (como el valproa­to), la ciproheptadina, el pizotifeno y la metisergida.

IMPORTANTE: esto es un artículo informativo y si tiene crisis de migraña debe acudir al médico para su correcto tratamiento.

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